El caudillismo fue un fenómeno político y social surgido durante el siglo xix en Latinoamérica. Consiste en la llegada de líderes carismáticos a cada país cuya forma de acceder al poder y llegar al gobierno estaba basada en mecanismos informales y difusos de reconocimiento del liderazgo por parte de las multitudes, que depositaban en «el caudillo» la expresión de los intereses del conjunto y la capacidad para resolver los problemas comunes. El caudillismo fue clave para la dictadura y para las luchas entre los partidos políticos decimonónicos.
El poder de los caudillos se basaba en el apoyo de fracciones importantes de las masas populares. Este apoyo popular se tornaba en su contra cuando las esperanzas puestas en el poder entregado al caudillo se veían frustradas, y se decidía seguir a otro caudillo que lograra convencer de su capacidad de mejorar el país o la provincia.
Este fenómeno se dio en América Latina durante prolongados períodos de su historia republicana; en algunos casos desembocó en fuertes dictaduras, represiones a la oposición y estancamiento económico y político, pero en otros canalizó las primeras modalidades democráticas y federales en las repúblicas latinoamericanas, así como proyectos de desarrollo autónomo frente a las expresiones políticas neocoloniales.
Características del caudillismo
El caudillismo, en general, puede caracterizarse por lo siguiente:
- Se centra el poder político en una única figura: el caudillo. Este suele ejercer el poder de manera despótica, vertical, y está usualmente vinculado a las artes militares y a la guerra.
- El gobierno del caudillo no es democrático y es normal la persecución de la disidencia. Aunque sí suele ser (al menos durante un tiempo) popular, en el sentido de que se confía en la voluntad del caudillo para conducir la nación hacia un mejor destino.
- El caudillo en algunos casos puede convivir con instituciones democráticas y otras instancias de organización política, pero al final su voluntad siempre está por encima y acaba imponiéndose. En el caso latinoamericano, no obstante, lo normal era que los caudillos cerraran el congreso apenas asumir el poder.
- Los caudillos habitualmente llegan al poder a través de la fuerza, y se sostienen en él mediante los mismos mecanismos, hasta que un caudillo distinto tenga mayor influencia sobre la tropa y acabe destronándolo.
Causas
A veces, para acceder al poder, los caudillos se rebelaban aliándose con militares, deponían al gobernante actual, disolvían el Congreso y se auto-proclamaban presidentes provisionales. Después de un corto plazo se elegía un nuevo congreso y se convocaba a elecciones presidenciales. En las elecciones salía elegido el caudillo que había presidido anteriormente la revolución y deposición del antiguo gobernante o diputados.
Los principales partidarios de los caudillos, aparte de sus hombres de armas de confianza, fueron los miembros de las clases enriquecidas. Así, estos aseguraban un flujo de dinero para el Estado del caudillo de turno y este se comprometía a darles beneficios.
El caudillismo se desarrolló desde México hasta Argentina. En México destacaron entre ellos los independentistas del siglo XIX, así como los revolucionarios de principios del XX; en Chile, como fue el gobierno de José Miguel Carrera a comienzos de la república; en Perú, donde hubo tres grandes «periodos de militarismo»: a los inicios de la república, durante la reconstrucción nacional después de la guerra con Chile, y tras el oncenio de Leguía; en Argentina con el gobierno de Juan Manuel de Rosas; en Colombia con el gobierno de Pedro Alcántara Herrán que promovió a la vez la constitución de 1843; y también en Bolivia, Paraguay, Ecuador y Venezuela.
Algunos de los caudillos de mayor influencia fueron: José Gervasio Artigas en Uruguay (la zona que correspondió a la Unión de los Pueblos Libres); Juan Manuel de Rosas en la Confederación Argentina; José Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay; Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos, Vicente Guerrero, Antonio López de Santa Anna, Emiliano Zapata y Francisco Villa (José Doroteo Arango Arámbula) en México; José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco y José Tadeo Monagas en Venezuela; Getulio Vargas en Brasil; y Pedro Domingo Murillo en Bolivia.
Por su parte, en Europa, la historiografia considera como casos particulares de caudillos a Francisco Franco en España y António de Oliveira Salazar en Portugal.
Consecuencias
La inestabilidad política actual es consecuencia de cómo fue organizado el Estado al nacer la vida republicana, sin base nacional, y también debido a los sucesivos años de enfrentamientos políticos presididos por las diferentes facciones que se disputaban el poder en ese entonces. De esta forma, las repúblicas se constituyeron sobre una base inconsistente, sobre un Estado embrionario, desorganizado económicamente, caótico en el orden político y sin planes de gobierno que sigan disciplina y orden. Por esta razón, la democracia no es totalmente efectiva y se realiza un uso inadecuado de las conquistas del liberalismo, en vez de un correcto uso de la libertad.
El caos generado por el orden impuesto a través de la fuerza dentro del caudillismo ha quedado como herencia. Además, ciertas características del caudillismo prosiguen hasta la actualidad. El caudillo, que buscaba gloria y poder, intentaba con sus obras ganarse la simpatía de la población y desprestigiar al máximo al anterior gobernante; así, reorganizaba el gobierno a su antojo y consideraba como malo todo lo que el gobernante anterior hubiese hecho. Hoy en día, muchos gobernantes desprestigian aquello gestado por sus antecesores y lo abandonan, buscando el propio beneficio, o tal vez como una estrategia para su obligada participación en las siguientes elecciones.
Por otro lado, es importante resaltar que, al hablar de caudillismos, se habla también de consolidación de fuertes regionalismos, que mermaron el casi inexistente estado-nación. Así, hoy en día aún existen algunos de esos fuertes regionalismos, especialmente en el sur andino, que, a pesar de no ser una consecuencia directa del caudillismo, ayudó a que se solidificaran algunos de ellos. Por esta razón, algunas veces los planes unificadores resultan insostenibles.
Tipos de caudillos
En épocas del siglo XIX se manifestaron diferentes caudillos. Desde Boves a Bolívar y desde Páez a Gómez, se puede decir que existieron varios tipos, entre ellos se pueden mencionar:
El romántico
Está lleno de ambiciones honestas y nobles propósitos, que solo quiere el bienestar de la patria como fue caso de Bolívar.
Los populares
Estos surgieron de las tropas guerrilleras desenfrenadas como Boves o de las hordas olvidadas como Páez.
El despótico
Es el que solo se interesa de un interés personal; tiene el respaldo de un político.
El independentista
Son los que aparecieron entre los años de 1810 y 1824.
El intelectual
Se trata de un político que tiene una buena formación para gobernar, organizar y crear otros estados como Bolívar, el cual tenía grandes proyecciones históricas o también ser un localista como lo fue Guzmán Blanco.
El político
Posee una base popular, que luego se transformó en caudillo político de Páez.
El democrático
Se encuentra respaldado totalmente por un partido político, y utiliza el control de los votos.
Política caudillista
Los caudillistas latinoamericanos se formaron entonces como una herencia de la estructura socio-económica-política-cultural que estaba surgiendo desde el momento de que los españoles llegaron al Nuevo Mundo desarrollando la sociedad colonial.
Los caudillos expresaron intereses regionales combinados con sus ambiciones personales. Agustín Gamarra, por ejemplo, representó los intereses del sur andino, especialmente del Cuzco, mientras que Andrés de Santa Cruz, los de Bolivia y Arequipa. Para tener una mejor comunicación en un país mal comunicado establecieron alianzas con hacendados.
En la actualidad la presencia de caudillos en la política de algunos países latinoamericanos se da a través de los partidos políticos populistas, donde el líder político o presidente del partido actúa como «agente mesiánico», quien es visto como único líder natural, quien tiene el derecho de regir las riendas de un partido así como el único capacitado para gobernar el país y salvarlo, más no permitiendo que otros agentes o líderes asciendan a la palestra, generándose así disputas internas, inclusive con violencia por lograr tener el poder de mando; es por ello que se concibe a la política como una actividad pública y violenta, dado que los que se afilian a un partido político entran con la firme idea de lograr ser un caudillo en potencia en un futuro más cercano, para lo cual sabe que debe enfrentase a otros caudillos en potencia para el logro de su fin, que significa liderar y ser dirigente distrital, provincial, regional o nacional.
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